NTRODUCCIÓN

El diccionario de la Real Academia Española, en relación al concepto «antibiótico», dice: «Dicho de una sustancia química: Capaz de paralizar el desarrollo de ciertos microorganismos patógenos, por su acción bacteriostática, o de causarles la muerte, por su acción bactericida, y que es producida por un ser vivo o fabricada por síntesis» De esta forma define y engloba a todo el conjunto de sustancias¡ naturales, semi-sintéticas o sintéticas, que, a concentraciones bajas, inhiben el crecimiento o provocan la muerte de las bacterias. Pero popularmente se les conoce a todos como antibióticos, aunque en realidad, estos son únicamente las sustancias producidas de forma natural por algunos microorganismos.

El antibiótico es, por definición, aquel que se opone a la vida. Etimológicamente un antibiótico viene del griego αντί – anti, «en contra» + βιοτικός – biotikos, «dado a la vida». Pero existe otra definición más ecléctica de antibiótico, la que lo define como el punto de inflexión en la historia de la medicina, en el control y tratamiento de enfermedades infecciosas, e inicio de la era antimicrobiana.

La Organización Mundial de la Salud los define como: «medicamentos utilizados para prevenir y tratar las infecciones bacterianas »

Los antibióticos se desarrollaron ante la necesidad de controlar las enfermedades infecciosas. Concretamente las enfermedades causadas por bacterias, por lo que también se les denomina «antimicrobianos».

Los antibióticos se caracterizan por actuar sobre dichas células bacterianas (células procariotas), distintas a las células de los animales (células eucariotas), a las que se pretende eliminar en su totalidad.

HISTORIA DEL ANTIBIÓTICO

Aunque desde la antigüedad el ser humano ha buscado luchar contra las infecciones mediante diferentes remedios, como el extracto de algunas plantas, y hongos de algunos quesos, la búsqueda científica de sustancias antibacterianas viene fechada por la propia identificación de las bacterias y su papel como agente infeccioso (Tabla I).

En 1877, Louis Pasteur encontró que algunas bacterias saprofitas podían destruir la bacteria del carbunco bacteridiano; Paul Ehrlich utilizó el salvarsán para el tratamiento de la sífilis; y Rudolf von Emmerich consiguió destruir los agentes causantes del cólera y la difteria en un tubo de ensayo, aunque sin poder aplicarlo como tratamiento.

A estos precursores podríamos sumarles otros muchos, como Tyndall, Metalnikov, Catani, Garré, Loew, Lode, Grosio o Vaudremer, que en 1910 ya empleaba Aspergillus fumigatus para el tratamiento de la tuberculosis, y que por azares de la II Guerra Mundial no pudo llegar nunca a entrevistarse con Fleming.

No fue hasta que en 1928 Alexander Fleming (Imagen 2) descubrió la penicilina al comprobar el efecto de Penicillium notatum frente al crecimiento de Staphylococcus aureus, aunque no fue hasta la II Guerra Mundial cuando Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey desarrollaron un método de purificación de la penicilina que permitió su síntesis y su comercialización.

La penicilina fue por tanto el primer antibiótico que se descubrió, y demostró ser tan eficaz para combatir infecciones anteriormente mortales que los científicos le dieron el sobrenombre del «medicamento milagroso». El descubrimiento de Fleming desencadenó una revolución sanitaria sin precedentes en los anales de las ciencias médicas.

https://www.vetmadrid.com/wp-content/uploads/2020/04/que-debemos-saber-sobre-los-antibioticos.pdf

SANTIAGO VEGA GARCÍA, CLARA MARÍN ORENGA, ANA NAVARRO SERRA, JAUME VICENT JORDÁ MORET

Instituto de Ciencias Biomédicas. Departamento de Producción Animal, Sanidad Animal, Salud Pública Veterinaria, y Ciencia y

Tecnología de los Alimentos, Facultad de Veterinaria. Universidad Cardenal Herrera-CEU, CEU Universities. Alfara del Patriarca.

46115. Valencia.